En el mismo límite de la carretera. Y la carretera al mismo borde del acantilado hacia el mar. En el reborde. Es el faro de Rebordiño. Viniendo por carretera del monte Louro y a un kilómetro del pueblo de Muros, este faro se agazapa en un curva que lo oculta de quienes vienen en dirección contraria. Es un mal sitio para detenerse a contemplarlo. De hecho, si vas hacia Muros, es imposible pararse, y si sales de Muro, lo más normal es pasarlo de largo. Así que, farofilos de mundo, mucho ojo con la visita, tened mucho cuidado.
La torre de Rebordiño |
A pesar de su aspecto sencillo y pulcro, este faro es un ejemplar único. Y no solo en Galicia, sino de, al menos, toda la costa norte de la península. Su torre, la que sostiene la linterna, tiene dos particularidades: la primera, que es de metal, y la segunda, que es exenta, que no está unida estructuralmente al edificio, aunque lo parezca. Una pasarela, posterior a su construcción, une el balconcillo con la cubierta del edificio de servicio y un pasaje cubierto une la planta baja con el interior de la torre. Es algo muy curioso.
Y con este faro, que en realidad es una baliza, termina mi viaje por los faros de Galicia. Cierto es que todavía hay unas cuantas luces más hasta llegar al faro de Silleiro, en Baiona, pero ya los visité en mi primer recorrido por esta costa, que empecé por Pontevedra, y mostré en otras entradas hace unos años.
Altura: 8 metros
Plano focal: 16 metros
Dos destellos rojos cada 7 segundos. El sector de horizonte entre 19º y 168º no es visible desde el mar.
Alcance: 10 millas náuticas
Accesible.
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