martes, 30 de noviembre de 2021

Unos contrafuertes blancos que imaginaba rosados


Trafalgar. Otro de los míticos. Por la zona en la que se ubica, por la batalla que se libró allí y de la que este faro no fue testigo, por su peculiar estructura, única en la zona y que responde a las peculiaridades de propias del lugar. 

Esas ocho nervaduras que recorren verticalmente su exterior no son otra cosa que contrafuertes añadidos 60 años después de su puesta en servicio en 1862. Fueron necesarios por dos motivos, un cambio de luminaria que pesaba más de lo que su estructura podía soportar y, de paso, reforzar la torre contra los vientos que sacuden el cabo. 

Sé que voy a decir-escribir una chorrez, pero lo que más me sorprendió es que fuera blanco. Y mira que lo pone clarito en cualquier guía, pero será por esas fotos de atardeceres y amaneceres, de juegos de luces, pero me lo esperaba de un tono rosáceo, de un salmón muy muy desvaído entre las nervaduras. En fin, pa'que te fíes de las fotos (y de las relaciones entre mi ojo y mi cerebro).

Cuando me preguntan por qué me gusta ir de faros la respuesta se basa en tres puntos: el propio faro, el sitio donde está y el camino que lleva hasta él. Este de Trafalgar puntúa alto en los tres conceptos. Jo, qué faro. Jo, qué sitio. Y casi jo, qué camino. En esto último, la parte que llega hasta la zona de aparcamiento es como todas, pero desde ahí hasta el faro, todo el arenal, las dunas y las playas merecen la pena. Y si aprieta el calor, pues bañito donde haga falta. Me gustó la playa de La Marisucia, pero soy así de raro. Una pena que de vez en cuando nos recuerde en toda su negrura el drama de la migración.

Altura 34 metros
Plano focal, 51 metros
Grupo de destellos blancos 2+1 cada 15 segundos 
Alcance, 29 millas
Accesible

martes, 23 de noviembre de 2021

Si tenemos una almenara, pongámosle un linterna

 

Aunque podría decirse esto del faro de Sancti Petri, es con el de Roche con el que comienza la reconversión de las antiguas torres de vigilancia costera, las almenaras, en señales marítimas de ayuda a la navegación. A lo largo de la costa gaditana hay varios ejemplos más, pero también en Málaga, Granada y Almería. Si ya son altas y su ubicación oportuna, pues casi la mitad del trabajo ya está hecho. Aunque me entra una duda: ¿son realmente aprovechamiento y se han levantado sobre cimientos antiguos o son nuevas del todo y replican la estructura de almenara?

En el caso de este faro de Conil se dice que está sobre o al lado de una mandada construir por Guzmán el Bueno. La aparición de este personaje en este viaje me impresionó, pero ya hablaré de ello cuando lleguemos a Tarifa. La torre es cuadrada con un enlucido amarillo, recordando a la de Sancti Petri (digo recordadndo porque la de la isla la vi primero). Es uno de esos proyectos a los que aplicar lo de "las cosas de palacio van despacio", porque si el plan inicial de levantar un faro en esta zona es de finales del XIX, de 1899, hubo de esperar casi 90 años para que se pusiera en servicio. 

Ya que estamos con el tema del aprovechamiento constructivo-arquitectónoco, ¿la veleta es reciclada? Tiene grabado el año 1984, pero su encendido fue en 1986 si los datos que he encontrado son correctos.

Por cierto, los acantilados sobre los que se levanta, espectaculares, y las calas, pa'verlas. Todo el paseo sobre la costa alejándose de Conil de la Frontera en dirección hacia Roche, en el sur de la playa de La Barrosa, reconcilia con una orografía agreste que no tiene nada que envidiar de las del Cantábrico. Lo de las playas no lo comento, es otro nivel. 

La puesta de sol me la perdí, pero para cazadores del famoso y mítico rayo verde resulta un balcón excelente.

Altura: 16 metros
Plano focal: 45 metros
Un grupo de 3 + 1 destellos de luz blanca en periodos de 24 segundos
Alcance: 20 millas
Accesible


martes, 16 de noviembre de 2021

Y hasta aquí llega el arrecife

 

Cuando la semana pasada me puse pedante y me lié a hablar de fenicios, templos de Melkart, guerras de Troya e islas desaparecidas no fui del todo preciso. Las antiguas islas de Erytheia, Kotinoussa y una tercera, la de Antípolis, siguen existiendo, pero sus perfiles han cambiado. Tanto la acción del hombre como la de la naturaleza han ido modificando el entorno y si 3.000 años después Julio César o Aníbal el Cartaginés quisieran volver a los escenarios de sus correrías juveniles tendrían serios problemas para reconocer algunos de los lugares.

Antípolis, después renombrada isla de León, está prácticamente unida a la península por una marisma y casi completamente cubierta por el municipio de San Fernando. Diversos caños (Nota Mental: tengo que buscar la definición geográfica de este término), en especial el de Sancti Petri, mantienen viva la noción de isla. Por su parte, las de Erytheia y Kotinoussa, luego isla de San Pedro, se han fusionado gracias a la expansión de Cádiz desde la antigua Gadir por el norte de San Pedro y hacia el sur de esta. Los sedimentos depositados por el Guadalete después de 30 siglos han acabado creando otra marisma que une el este de San Pedro con León. El antiguo archipiélago de Gadeiras ha dado paso (o está dando paso, que la velocidad geológica es la que es) a una península.

¿Y adónde quiero llegar con este ataque de sabiondez googlenísta? Pues a la foto de ahí arriba. Porque a lo largo de todo este tiempo no solo han habido arrejuntamientos, también desgajes y uno de ellos es la actual isla de Sancti Petri. Superficialmente separada, queda una rasa mareal bastante estrecha que marca el antiguo límite costero de Kotinoussa. En el extremo más alejado se encuentra la llamada punta del Arrecife, un peligro que las autoridades marítimas del ramo lo han señalado con una marca cardinal oeste. 

Las marcas cardinales se utilizan para señalar la presencia de puntos especialmente peligroso e indicar el cuadrante, norte, este, sur u oeste, por el que deben ser sobrepasados. Los cuatro cuadrantes están limitados por las marcaciones verdaderas NW, NE, SE, SW tomadas desde el obstáculo. 

Esta señal de punta de Arrecife es oeste y se identifica visualmente por sus colores, tres franjas horizontales amarilla-negra-amarilla y el remate de dos conos superpuestos unidos por sus respectivos vértices. El indicativo luminoso es de nueve destellos cada 10 segundos.

Para observadores atentos, la línea de espuma blanca que llega hasta el poste desde la isla de Sancti Petri es también una buena señal de que ahí hay una rompiente oculta de la que más vale mantenerse alejado.

Al fondo, medio borroso medio desenfocado, me dice mi amigo Manuel, gaditano de pro trasladado a Navarra, (levántate y saluda) que es el puente de la Constitución de 1812,  La Pepa, (yo lo había identificado como el de José León de Carranza), se levanta por detrás de la playa del Chato (creo).

Altura focal: 9 metros
Señal visual: dos conos en la parte superior opuestos por sus puntas
Grupo de 9 centelleos blancos cada 10 segundos.
Alcance: 3 millas
Visible y se aconseja no acercarse.

martes, 9 de noviembre de 2021

Una tortuga sobre la tumba de Hércules en Sancti Petri

 


La visita a la isla de Sancti Petri, su castillo y su faro resultó a la vez muy interesante y un tanto triste. 

Interesante por toda la historia que hay en la zona, comprobar que Cádiz y el Estrecho han sido cruce de civilizaciones desde antes de que los romanos aprendieran a pronunciar Gadir. 

Triste porque la primera vez que he visto al natural mi tortuga preferida, un mito desde mi infancia por ser la más grande de todas: la tortuga laúd. Estaba muerta. Es ese bulto mitad oscuro y mitad amarillento al pie de la torre del faro. No soy ningún experto, pero tenía todo el aspecto de haber caído en una red de pesca con muy mal resultado. Clásico ejemplo de cómo están los mares. En fin...

Volvamos a la isla y a su faro. Según cuentan durante el recorrido por el recinto, porque se puede visitar aunque al faro no se sube, toda la zona fue un asentamiento fenicio y mientras la colonia comercial de Gadir se asentaba en la isla de Erytheia, el centro espiritual, el templo de Melkart, lo levantaron en la de Kotinoussa, que en su mayor parte ha desaparecido bajo el mar  y solo queda la actual Sancti Petri.

Y desde entonces, desde, dicen, el siglo XII antes de Cristo, cuando la guerra de Troya todos los que eran alguien en la Antigüedad Clásica se acercaron por allí, a visitar la tumba del semidios Hércules, que en la décima de sus doce pruebas pasó por allí y colocó dos columnas a modo de monumento tras superarla, una es el peñón de Gibraltar y la otra es el monte Musa (aunque algunos la sitúan en el ceutí monte Hacho). 

Siglos después, muchos siglos después, en el XVII de nuestra era, sobre las ruinas del templo se construyó una torre de vigilancia que evoluciona hacia fuerte militar y ya en el XX se colocó una luz a modo de faro sobre la torre para balizar la isla y señalar la entrada del canal. 

No sé cómo sería la linterna original de 1918, pero su sustituta de 1952 no es que merezca mucho la pena con su cúpula cónica achaparrada.

Altura 16 metros
Altura focal 20 metros
Un destello blanco cada 3 segundos.
Alcance, 9 millas
Accesible, pero no visitable

martes, 2 de noviembre de 2021

Otro faro y otro enclave desaprovechados

Por fin he visitado Cádiz, ciudad a la que desde hace mucho tiempo le tenía ganas. No solo no ha defraudado, es que me ha dejado tan con la boca abierta que debo volver para recuperar la mandíbula, que se me debió caer en los alrededores de la catedral.

Pero como dice el chiste, "si vamos a setas, a setas y si vamos a rolex, a rolex". Y aquí vamos a faros.

El faro de Cádiz, o el de San Sabastián por encontrarse dentro de esa ciudadela militar, es único en España: solo queda este en servicio de los que se han construído en metal. Los otros dos de los que yo tengo noticia son el de Banya en el Delta del Ebro, que dejó de funcionar y fue trasladado a Tarragona como museo, y el de Buda, también en el Delta y derribado por una tormenta en la década de los años 60 del pasado siglo.

El hecho de ser metalico tiene como idea base que pueda desmontarse en caso de necesidad. ¿Y cual puede ser? Se me ocurren varias, pero dados los antecedentes en la zona, la principal sería poder retirarlo en caso de guerra y evitar así su derribo, como ocurriera en 1898 en Rota o en la propia Cádiz. En el marco de la guerra de Cuba se plantearon que los estadounidenses podrían llegar hasta el Estrecho y atacar la costa, por lo que quisieron evitar que las luces les permitieran apuntar su cañones.

Si el duque de Nájera de la época no hubiera tomado esa decisión, Cadiz no difrutaría ahora de esta torre metálica, pero sí podría enorgullecerse de un faro en activo desde 1613, el tercero más antiguo tras la Torre de Hércules de origen romano en A Coruña y el de Portopí en Mallorca, de 1300 aunque lo trasladaron su actual emplazamiento en 1617.

El faro de San Sebastián luce sus contrafuertes metalicos y su fuste central de palastro de acero desde el centro del fuerte del mismo nombre. El carácter castrense del recinto impide un acercamiento  razonable. Cualquier intento de buscar una perspctiva razonable choca con una muralla que no es precisamente la que cantaban Ana Belén y Víctor Manuel.

Volvemos a lo de siempre. Cádiz cuenta con un recurso con una potencial utilidad más allá de dar luz a las embarcaciones, una utilidad que puede sufragar su propio mantenimiento. Y se desaprovecha. La situación del faro de Cádiz es un atrativo que se suma a su exclusiva caraterística metálica. Lo de visitar la linterna es complicado por tener que ascender 30 metros por un tubo de dos metros de diámetro, pero se le puede dar una vuelta. Con vistas a las playas de La Caleta y de la Victoria, a todo el horizote de la ciudad desde el mar, la visita al fuerte sería un atractivo más. Además, los edificios pueden convertirse en locales de hostelería, en salas culturales multifuncionales. Y, por supuesto, en apostadero para ver puestas de sol.

Altura 37 metros
Altura focal 41 metros
Dos destellos blancos cada 10 segundos.
Alcance, 25 millas
Visible, accesible lo justito, pero no visitable,