martes, 12 de octubre de 2021

Jubilado pero resultón

 

La villa de Rota, la de la base naval llena de americanos, pero también la que tiene el ayuntamiento en un castillo, el de Luna, con un patio porticado que alucinas, la de la iglesia de la O con su decoración barroca y la que ha inventado el arranque roteño, ese plato que desde la sombra hace una seria  competencia al gazpacho, al ajoblanco y al samorejo, ganando muchos adeptos. Bueno, al menos dos, mi Santa y Paciente y yo. Me he hecho fan muy fan.

Bueno, pues esa Rota, a pesar de lo que digan los manuales al uso, tiene tres faros: el Nuevo, el Viejo y el Primitivo. Los dos primeros se pueden ver y ser retratados, mientras que el tercero, como todo lo primitivo, vive en la memoria. Despareció en 1898, durante las guerras de Cuba y Filipinas. Algún alto pensador estratégico se le ocurrió que quizá los estadounidenses decidieran dejar caer unas bombas contra la ciudad y la luz roja  le sirviera de punto de referencia. Solución: derribarlo antes que ellos. Pues eso, un desastre lo del 98.

El actualmente viejo y que fuera nuevo hasta 1980, llegó en 1910 y se posó en la muralla de la ciudad, frente al puerto. La verdad es que les quedó majo y original para lo que se ve en nuestras costas. Es el único que yo conozco que se puede pasar por debajo. Dicen que se puede visitar pero no he encontardo cómo. Tengo oído también que el Ayuntamiento, con muy buen sentido, prepara un proyecto de restauración y poder incluirlo en su ruta de visitas. Ojala lo lleven a cabo, así tendré una escusa para volver a probar el arranque. 

Además de tener desde hace tiempo varios cristales rotos, llama mucho la atención la veleta, con una ballena sonriente perseguida por una carabela, Será que el cetáceo nada contra el viento y la embarcación no puede darle alcance.

Altura 9 metros
Plano focal, 15 metros
Alcance: fue de 12 millas.
Accesible y dicen que visitable con guía.

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