martes, 22 de abril de 2025

El faro secreto de la ría de Corcubión

 


Será por falta de faros. La ría de Corcubión es un nido de torres de luz. Un extremo lo marca el faro Fisterra. Le sigue, bordeando la costa, el de cabo Cee y cierra el otro extremo el de punta Insua o Lariño (ahora también un hotel) al que ya llegaremos. Pero en el centro de la bahía, como si fuera el eje al que todos miran, se encuentra el faro de Lobeira Grande. O quizá lo que hacen es vigilarlo, si es que uno cree que el origen del nombre de este archipiélago de rocas graníticas se debe a que están emboscadas en el mar, como lobos al acecho de sus presas, para hacer naufragar barcos en días de mala mar. El hundimiento de dos mercantes griegos, el Skuld en 1901 y el Polymnia en 1904, fue la gota que activó la construcción de este faro y su encendido en 1909. Tres años después, en 1912, en medio de una intensa niebla, se hundió el vapor noruego Salerno en Lobeira Chica. Parecía que las emboscadas seguían a pesar de todo.

Para quienes desembarquen, las rocas de granito esconden una pequeña playa de arena orientada hacia el monte Pindo que permite disfrutar de la tranquilidad y silencio (gaviota más, gaviota menos) de sentirse un náufrago que sabe que va a ser rescatado. Mi Santa y Paciente, la K-Poper y el Greñas no han olvidado lo que fliparon con el sitio.

Desde 1923 no hay nadie viviendo en la isla. Las malas condiciones climáticas hicieron que se automatizara, pero para entonces una pequeña industria de salazones y un par de tabernas donde se reunían marinos de todos los barcos ayudaban al sostenimiento de los fareros y sus familias. Su abandono humano no hizo que dejara de ser un lugar de encuentro. David, de Taximar Robinson da Lobeira, recuerda que de joven se organizaban sardinadas de cuadrillas en el interior del faro. Ahora lleva a visitantes hasta la isla a pasar el día y les muestra las orillas de la ría y sus secretos desde su embarcación. Ya no se puede entrar en el faro, sus puertas y ventanas están cerradas y tapiadas.

Altura: 10 metros
Plano focal: 18 metros
Tres destellos blancos cada 15 segundos
Alcance: 12 millas
Accesible por mar


martes, 15 de abril de 2025

Las enfilaciones de Carrumeiro son ciegas



Además de señales luminosas, en la ría de Corcubión, la primera de las Rías Baixas de norte a sur, también se pueden encontrar señales visuales que evitan disgustos y ayudan a orientarse a los marinos. Si Carrumeiro Chico es una baliza luminosa pintada en bandas alternas negra, roja y negra, su hermana de Carrumeiro Grande resulta más discreta, sin luz y de color gris cemento frente a punta Pindo. Señala el bajo de este nombre que junto al de Chico ha sido verdugo de numerosas embarcaciones. Lo más llamativo es la carencia de una luz que la posicione en la oscuridad, algo que para quienes surcan estas aguas de noche puede resultar un tanto arriesgado. Quizá la luz de la baliza de Chico baste, pero esta ceguera es para pensársela.


Enfilación de punta Pindo

Pero no es su única función, ya que es un punto de enfilación para los barcos que se dirigen a alguno de los puertos de la ría, como el de Cee o el de Corcubión. Alineándolo con su pareja de baile en punta Pindo se salvan los peligros. O si se navega paralelo por estribor a la línea que forman, se llega a la cascada de Ézaro, la única en el continente europeo que cae directamente al mar. Sí, en Islandia o en algunas islas escocesas como la de Skye también las hay, pero estamos hablando de la Europa continental.  

La enfilación de Carrumeiro Grande es una torre troncocónica blanca cuya discreción es tal que no tiene ni entrada en Wikipedia, a pesar de tener una labor de señalamiento tan necesaria como vital. No solo señaliza un peligro sino que además dirige el tráfico en colaboración con la de punta Pindo, una torreta cuadrangular de piedra.